sábado, 29 de septiembre de 2012

Flora

Dijo que iba a regresar, me contaba mientras yo le trenzaba el cabello frente al televisor. Siempre se sentaba en el sofá color berenjena a las dos de la tarde y me pedía que le prepara un té con tres de azúcar y ni una gota de limón mientras buscaba el control remoto entre los cojines cubiertos con pelo de gato blanco. Le trenzaba el cabello todos los días pero nunca me respondió el porqué. Antes de irme a dormir, consideré que fue porque las trenzas le hacían recordar a las niñas que nunca tuvo, al cadáver de aquel aviador de sonrisa amplia que murió dentro de su vientre antes de conocer el cielo mismo y la interminable lista de personas que caminaron por sus pasadizos. 
Ella era una muy buena, pero tenía algo. Muchas veces me pregunté si en realidad estaba cuidándola a ella o a su fantasma. Iba todas las mañanas, a veces me quedaba a dormir en la habitación al costado de su biblioteca y siempre la vi igual, sonriendo, las mejillas de cera y siempre escarbando el azúcar que quedaba al fondo de la taza. 
No podía evitar tenerle lástima de vez en cuando. Ella vivía todos los días esperando una carta, un telegrama, una llamada telefónica o una piedra estrellándose contra la ventana, pero la verdad es que ninguna de esas cosas llegaron ni tampoco llegarían. 
Dijo que iba a regresar, me repitió mientras apagaba el televisor. También me contó que le había prometido escribir, le había dicho que viajaría por el mundo y traería flores secas de todos los jardines por donde pasara, le prometió fotografías, huesos y órganos dentro de frascos de formol, libros en noruego y lanzas de las tribus africanas. Yo le trenzaba el cabello y ella miraba aquellos reportajes sobre las calles de Tolouse, la arquitectura de San Petersburgo y el clima de la Amazonía, esperando encontrarlo escondido entre los árboles, con el rostro cubierto de tierra y una mariposa al hombro, saludando detrás de un tronco. 
También sé que en algún momento, él le prometió que nunca se iría.


1:02 AM

En mis pesadillas, estoy tirada en una playa cerca de la orilla, pero no puedo moverme. La marea sube y baja, el agua salada y helada me cubre y luego se retira, arrastrando arena y frío.
Es una sensación horrible. El mar jala, pero tú te quedas. Llevo semanas soñando con el mar, no puedo quitármelo de encima. Es tanto que puedo sentir el agua chorreando por las patas de la cama cuando me despierto y quiero ir al hospital. 
Dicen que necesito ir al hospital.
Solo quiero saber qué es lo que está ocurriendo. 

Sigo sin comprender.

jueves, 27 de septiembre de 2012

Corchea de Septiembre


-Aun no sé qué es lo que pasó.
-Eso es lo que causa el amor, barroca.
-Silencio, Nannerl. No intentes convencerme.
- Y eso que aún no llegas al Romanticismo, barroca. Pero si es así, te tendré que cambiar el seudónimo.
-¡Nunca! Me da miedo el cambio de etapa musical, como entenderás, Nanna.
-Pero vamos, tienes que admitir que estarías llegando a lo mejor.
-Me quedo en el barroco. Pasar al romanticismo va a destruirme el método musical, como entenderás.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Pronóstico

La doctora dijo que esto iba a pasar. La doctora dijo que esto iba a pasar. La doctora dijo que esto iba a pasar. La doctora dijo que esto iba a pasar. Otra vez. La doctora dijo que esto iba a pasar. La doctora dijo que esto iba a pasar. La doctora dijo que esto iba a pasar. La doctora dijo que esto iba a pasar. La doctora dijo que esto iba a pasar. La doctora dijo que esto iba a pasar. La doctora dijo que esto iba a pasar. Caída. La paciencia de las personas. La doctora dijo que esto iba a pasar. La doctora dijo que esto iba a pasar. La doctora dijo que esto iba a pasar. Consultorio. La doctora dijo que esto iba a pasar. La doctora dijo que esto iba a pasar. La doctora dijo que esto iba a pasar. Alejas a todos. La doctora dijo que esto iba a pasar. La doctora dijo que esto iba a pasar. La doctora dijo que esto iba a pasar. No. La doctora dijo que esto iba a pasar. Pesadillas. La doctora dijo que esto iba a pasar. La doctora dijo que esto iba a pasar. La doctora dijo que esto iba a pasar. La doctora dijo que esto iba a pasar. Dosis. La doctora dijo que esto iba a pasar. La doctora dijo que esto iba a pasar. La doctora dijo que esto iba a pasar. La doctora dijo que esto iba a pasar. Terapia. La doctora dijo que esto iba a pasar. La doctora dijo que esto iba a pasar. La doctora dijo que esto iba a pasar. Todos se olvidan. La doctora dijo que esto iba a pasar. Todos se van. La doctora dijo que esto iba a pasar. La doctora dijo que esto iba a pasar. La doctora dijo que esto iba a pasar. La doctora dijo que esto iba a pasar. La doctora dijo que esto iba a pasar. La doctora dijo que esto iba a pasar. La doctora dijo que esto iba a pasar. Lo siento. La doctora dijo que esto iba a pasar. La doctora dijo que esto iba a pasar. La doctora dijo que esto iba a pasar. La doctora dijo que esto iba a pasar. Montaña rusa. La doctora dijo que esto iba a pasar. Puerta.. La doctora dijo que esto iba a pasar. La doctora dijo que esto iba a pasar. La doctora dijo que esto iba a pasar. La doctora dijo que esto iba a pasar. La doctora dijo que esto iba a pasar. La doctora dijo que esto iba a pasar muy pronto. 



domingo, 23 de septiembre de 2012

Después de la anastesia

Un anciano con las manos detrás de la espalda y una gorra color café pasó por mi costado, susurrándome "Qué bonitas rosas" hasta que desapareció cuando llegó a la Iglesia. Alucinación o no, bebimos lo poco que nos quedaba, tres gatos cruzaron como luces fugaces y alguien tosió muy fuerte, quizá dejando detrás un reguero de sangre por la intoxicación de la noche. Arritmia, le dije con una mano en el pecho, Creo que me acelero todo el tiempo. Vi mis libros favoritos en las vitrinas de las librerías, las mesitas redondas de los cafés en donde siempre flotaron mis fantasías infantiles y cogiéndole del brazo comenzamos a caminar hacia quién sabe donde, sin más preocupaciones que llevar la botella pegada a las costillas y la nicotina guardada en los pulmones. Un grupo de turistas noruegos se cruzó en nuestro camino, pasamos por un banco cerrado, perfumado y triste, casi nos atropella un auto y en aquel flujo de adrenalina llegó la risa en medio de la absoluta nada. Hacer la revolución, viajar a París y vender nuestros cuerpos a un extranjero ingenuo para luego robarle los órganos, Podríamos venderlos en Internet, seremos las más buscadas por la CIA, qué hay detrás de todo aquello. 
El nombre del mesero era Christian, se rió de nuestra risa, nos quitó la carta y con nuestra ventana hacia el mar, secamos tantos vasos como pudimos, sustancias dulces y amargas, colores que cambiaban dependiendo del ángulo del cual miraras la intoxicación. Por la belleza de la vida, por el amor, por el arte. Me dijo, Vamos al mar, tomemos un taxi y bajemos al mar y le dije, Hace frío, vamos a tirarnos al agua y no vamos a regresar, busquemos otro bar, busquemos otro camino. Las escaleras hechas una montaña rusa como un caracol desperezándose, la risa a flor de labio, el rostro adormecido por las historias. 
No fue tanto el dolor cuando me perforaron las orejas en aquella salita de luces parpadeantes, en donde un hombre enorme con los brazos tatuados me cogía del hombro para que no me moviera. Alguien se rió de entre la oscuridad, me dijo, Bebe más, se te pasará. Y luego vi como le perforaban la lengua, la contracción del dolor y luego el susurro de las agujas contra una espalda desnuda que descansaba al costado. No hay más nicotina por hoy, la infección es un peligro, es desagradable, No puedo sentir mi rostro. Risa, Déjame en la puerta de mi casa, no puedo más. 
Acostada mirando hacia el vacío a las dos de la mañana, ya entre almohadas y libros abiertos, alguien se rió en mi oreja y se me paralizaron las manos, la arritmia, la aceleración de las horas de un sábado y el anciano que nunca nadie vio pasar, solo yo. 

jueves, 20 de septiembre de 2012

Resumen


Escupir nicotina, amar en secreto, escribir en los antebrazos, admirar de lejos, llorar contra la cabecera, follar con las manos, amarrarse los tobillos, flagelarse las ideas, partirse la risa, estrellarse contra el espejo, rascarse la médula, escarbarse en las uñas, olfatear los cementerios, comer flores muertas.
No entender qué está pasando. 


Mi cerebro 
le da patadas
a los esquemas de nervios 

Mis químicos 
se cogen entre ellos 
se derriten por mis orejas 

Diagnosis fallada, acertada 
reírme todo el tiempo 
peinarme con los huesos 
sin pastillas 

Llorar en la madrugada. 


miércoles, 19 de septiembre de 2012

Flechas

El secreto es, como había dicho la semana pasada, el mes pasado, el siglo pasado, llorar antes de dormir. No me entendió, así que se lo repetí de nuevo y casi rompo la taza de café, esa que tiene los bordes dorados y una cucharita de plata que nunca se oxidaría. Le dije, reír por el día, llorar antes de dormir de todas las cosas que momentáneamente desaparecen, algo así como hacerse un espacio entre la niebla y decir "Esto es lo que no quería ver, pero lo que existe. Y bien, mañana habrá jugo de naranja por la mañana, la mesa estará llena, el autobús parará antes de dar la vuelta ". Me entendió y seguimos hablando sin tener mucho qué decir, le expliqué que todo iba muy bien y al mismo tiempo muy mal, porque un dolor extraño en el corazón entremezclado con una arritmia se había apoderado de los minutos en donde se lee tranquilamente al lado de las macetas. Comprendió, se rió hasta que le dolieron los huesos y la mandíbula y me dijo Qué bien, estás mejorando, al fin y al cabo no estaba todo tan mal ¿O si? ¿Te acuerdas?, me decía ¿Te acuerdas cuando ahora sí todo era un infierno total? Y se nos vino a la mente agosto, el año 2005, la navidad del 2007 y las peores cenas de la infancia con un plato de papaya nauseabunda cubierta en azúcar y pasas arrancadas del pan. Reímos mucho y también lloramos, pero me paró antes que pudiera continuar, Déjalo para la noche, me dijo, Tú siempre lloras de noche, hace mucho tiempo que no te das el extraño lujo de llorar frente a alguien y mucho menos de día. Asentí, porque no se equivocaba, apagamos la radio, nos encogimos los hombros y la taza de café se hizo añicos porque la vida comenzaba a tener más sentido, aunque las cosas no fueran del todo bien. 
Me miró sonriendo y se recostó en la mesita redonda, Lo quieres mucho ¿No es así? me preguntó con aires de seguridad traviesa como de carnaval. Miré por la ventana, con el cristal más sucio de la ciudad. Lo quieres mucho, afirmó sonriendo, Y ese es tu problema. 
Entonces perdí el corcho y al no tener como cerrar la botella, nos la terminamos en medio de septiembre, el septiembre raro, septiembre soleado. Nunca le respondí, porque no era necesario. 






lunes, 17 de septiembre de 2012

Septiembre III





La única razón por la cual quiero sacarlo es porque hace demasiado ruido. No me puedo concentrar, porque está sonando todo el tiempo, como un campanario. Como el galope de un caballo mareado y a punto de caerse por un barranco, romperse las patas, degollarse con las piedras. 
Y cuando no suena todo el tiempo, respira como la playa en invierno y no hay problemas. Lo puedo llevar a todos lados, no me distrae, me deja leer en paz. Pero cuando no es así, lo escucho todo el día. Habla, habla, habla. No se calla, no desea callarse y probablemente nunca se calle porque si él se calla yo también me callo para siempre. Así funciona con todos. Quisiera hacer algo respecto. La piel se estira, se producen los ecos, la sangre galopa. No solamente hace ruido y cacarea todo el día, si no que anima a todo el resto a la revolución, los golpea a latigazos y los llena de entusiasmo. 
Entonces la silueta se va y todo vuelve a la normalidad por unos segundos. Se calla, deja de golpear, parece como si nunca hubiera existido. Y yo no entiendo. Ya no entiendo nada. 


Quizá así es como debe de ser.
Relojes que funcionan, pero no tienen tic-tac. 

viernes, 14 de septiembre de 2012

Esto & Aquello

Al comienzo, me olvidé de tu cumpleaños. Lo busqué en el calendario más cercano, el que cuelga al lado del  refrigerador, entre las macetas de las violetas, pero la cifra había desaparecido por completo y cuando me di por vencida recordé que también me había olvidado del mes. El dos de Agonero o en la última semana de Febriembre. No tiene caso porque al comienzo así fue, me olvidé de tu cumpleaños. Luego, entre la sopa de las tres de la tarde y el sol que entraba por la ventana, me olvidé de cómo sonaba tu voz. Ese día, cuatro personas me llamaron por teléfono y a las cuatro les colgué. Mucho tiempo después me acordé que se me había olvidado tu voz que era como una canción alegre de ramas astilladas, como teclas de piano que solo un borracho golpearía con el más infinito amor por la música y con el oído vacío de talento. Me acordaba muy bien de tu silencio, pero no de tu voz. 
Por la noche, mientras dejaba el libro encima de la mesa, me olvidé de la forma de tus manos. Podría describir con detalle las matices de la mugre de tus uñas, la sangre fría que corría de un lado a otro y destruía alegremente el calor de tus nudillos de ebanista, pero la forma de tus manos se desvaneció con la misma rapidez con la que pasabas las hojas de los libros viejos. Miré por la ventana hasta el amanecer y no pude recordarlas. Me di por vencida y no pude volver a dormir nunca más. 
La tarde siguiente, se me olvidaron tus ojos de campanario abandonado, se acabó ese brillo anómalo que solo tienen las iglesias carentes de fieles y en donde los bandidos se meten a fornicar por la noche. Se me olvidó el día en que nos conocimos y el último día que nos vimos, entonces fue que comencé a llorar porque ya nada parecía tener el mínimo sentido y las cosas se iban como palomas hasta estrellarse con las lámparas y los cuadros. La casa se llenó de silencio cuando llegué a olvidarme cómo era llorar por ti. 
Me olvidé de cómo sonaban tus pasos, me olvidé de la hilera traviesa de tus dientes, de tu cuerpo chocándose contra los escalones por la madrugada y el olor que tenía la tierra cuando te ponías de pie y crecían flores raras, de pétalos negros y rojos y espinas coloradas. 
Sé que me olvidé de aquellas cosas, porque nunca te olvidé por completo. Y así, mirando el mismo calendario en donde había marcado tu cumpleaños hace años, me acordé de tu olvido. 

Septiembre II


domingo, 9 de septiembre de 2012

Teoría Circular.

No hay nada más que hacer al respecto. La sal del mar cicatriza. Y el frío se come los huesos. Escuchar Buika, fumar en la ventana. Brindar entre camaradas. La mesa redonda de Queirolo con Flaubert sobre la mesa. Fumar tabaco en pipa. Brindar por la miseria y los miserables que traen tanta felicidad. 
Agosto no nos ganará. 

sábado, 8 de septiembre de 2012

Arriba



Abrimos la ventana de lo que fue el cuarto de Lucy, la niñera que nunca más volví a ver. Me senté en el piano y cuando quise detenerme ella me pidió que continuara. Terminé el Air de Bach y en el último pentagrama respiré hondo. Cómo duele, le dije, y comencé a llorar sobre el piano, Me estoy muriendo y no puedo detenerlo. Me abrazó, entre mi violín contra la pared y el piano cubierto de polvo y lloré, como lloro desde hace unos días, y sentí que su corazón se afligía y sentí que me comprendía. El cielo se llenaba de moretones, comenzó a llover y yo lloraba. Lloraba y lloraba como no pude llorar todo agosto, en todo julio, en todo este tiempo. Hoy en la mañana encontré a una amiga que no veía desde verano y en el café, entre tazas y omelettes, me miró sonriendo y me dijo ¿Qué te pasó, B? y se encogió los hombros, Cuando te conocí en verano, nada te preocupaba, vivías tanto, eras tan feliz. Y yo lloraba en el cuarto de Lucy que ahora guarda mi piano y mis pinturas, mis pinceles en pedazos y mordiscones. ¿Qué es lo que ocurrió? Me desvanecí en el verano y me muero de frío, hueso a hueso y cada tendón se tiñe. Lejos de las páginas, de los enigmas y los encantos de la poesía. Me estoy muriendo, le dije temblando como nunca había temblado y ella me comprendió, Me estoy muriendo. 

Día 3

Qué eres,
si no el verso adolorido
doblegado ante el susurro
sangrando por el papel solitario
ausente de tu risa de campanario

viernes, 7 de septiembre de 2012

Diagramas II

NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD CUENTOS DE POCAS PÁGINAS EN TINTA INVISIBLE NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD CAE EN PICADA, TIERRA DE VERSO MUERTO NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD TERAPIA TERAPIA TERAPIA NO ES VERDAD NO ES VERDAD ESQUINAS NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO ES VERDAD NO QUIERO.



Diagramas

Cosas como esas no pasan en un universo como este.
Hay bromas que carecen de gracia.
Esas cosas no suceden.
No son reales.
Son mentiras.


miércoles, 5 de septiembre de 2012

Calendarios

Hoy día hablábamos después de mucho tiempo. Yo la miraba y ella me miraba a mí y después de una sonrisa amarga yo le decía "Si alguien me preguntara cómo fue agosto, yo le diría que fue estar en el infierno". Y así, como diríamos anteriormente, nos fuimos a la mierda por completo y el tiempo pasó lento o quizá demasiado rápido. Me contó sus historias, le conté las mías, miramos por la ventana en silencio y pensamos en lo mismo una y otra vez "Pasamos un mes en el infierno". Como jamás había sucedido antes, perdimos el control de las cosas, la capacidad convencer a las personas para que ignoren el reguero de sangre que dejamos a donde caminamos.
Sangre, porque no sabemos lo que es el tejido, la piel que se cierra, los cabellos que crecen. Caminamos de un lado a otro con la herida abierta y se ha vuelto una pequeña molestia, todo controlado, caminábamos y caminamos sangrando a todos lados, intentando cubrir con flores muertas aquel triste rastro. 
Fumamos en medio del frío de la tarde, caminando de regreso a la universidad. Agosto, el mes en el infierno, se desvaneció de un momento a otro y ni siquiera podíamos explicarlo. Yo no puedo, ella no puede, las cosas parece que han mejorado de un momento a otro.
Pero es una larga espera, porque en cualquier momento, aquello raro e inexplicable que no sabemos definir nos arrastrará a un nuevo agosto, que quizá sea un octubre, quizá un diciembre.
Amor, caos y luchas cuerpo a cuerpo con los demonios de adentro. Ha llegado septiembre para ella y para mi, agosto se fue, parece como si nos hubiéramos arrancado aquella piel triste y enferma de encima. Parece como si las cosas fueran a estar bien por siempre. 



martes, 4 de septiembre de 2012

Octubre

Yo lo miraba todo el tiempo. Nos sentábamos en el autobús cuando hacía tanto sol afuera y tanto calor adentro, leíamos en silencio y de vez en cuando me tocaba el hombro para decir "El día tan alegre y tú tan amarga" y así pasaban las imágenes por la ventana. Yo lo miraba leer, lo miraba comer, lo miraba reír, lo miraba incluso cuando él no tenía el mínimo interés en mirarme porque se enojaba. Decía que por más que quisiera, no podía ver más allá de la oscuridad de mis ojos. Y yo me encogía los hombros y lo miraba; las personas nacen siendo misterios y mueren de la misma forma. 
10.11 
Pasábamos la tarde sin decir ni una palabra, yo contra su hombro y él contra mi frente. El sol entraba por la ventana, se iba detrás de las cortinas, todo parecía estar tan tranquilo que adormecía y si no fuera por viejos afanes de corta violencia y su hábito de explorar mi nuca bajo la ventana, quizá nos habríamos dormido. 
Pero yo lo miraba todo el tiempo y siempre me sorprende la fascinación con la cual me quedaba observando. 
Más que nada me sorprendía que cuando lo miré de manera diferente por primera vez, no pensé en cuadros alegres, tampoco en el rastro solar entrando por la ventana ni en campanas ni viajes de autobús.
Cuando lo miré con amor por primera vez, solamente pensé en cómo sería cuando tuviera que decirle adiós. Antes de si quiera saludar, ya pensaba en despedirme. A cada tacto accidental de las manos, pensaba en que nunca más iba a tocarlas, y cada vez que lo miraba, hasta el último minuto, solo pensé en que dentro de un tiempo, nunca más nos volveríamos a encontrar.
Y desde entonces, desde siempre, las cosas han sido así. 
No hay mirada tan llena de amor que pueda dar sin pensar en cómo serán las cosas cuando esa persona no esté más aquí. 





domingo, 2 de septiembre de 2012

Septiembre

Jamás me había alegrado tanto ver que salió el sol. La teletransportación fallida a la Rusia del siglo XX terminó en una media hora de siesta y cuando desperté, vi que la ciudad se ahogaba en un amarillo que me hizo recordar mucho al verano y lo alegremente rutinario que era. Tomar cervezas en el almuerzo los fines de semana y ver mi sombra en la mugre del suelo mientras caminaba por la ciudad. 
Asumo que se viene la primavera y no sé si aquello debería de alegrarme o alarmarme de una manera casi burlesca. La primavera es la estación en donde todo se pone de cabeza, entonces es cuando pasan las cosas más extrañas, inesperadas.
Casi todo el tiempo, soy feliz en primavera. 
Septiembre comenzó con sol, con la inauguración de mi nueva biblioteca en el techo y las tres horas que pasé ordenando mi centenar de libros como niños en la formación para mañana. Después de haber esperado tantos años, por fin tengo una especie de espacio para mi, mis pinturas, mi violín, la clavinova que pronto conseguiré y mis libros. Alcohol, en una cajón en medio de toda aquella novedad. 
Septiembre todavía no me quita las enormes ganas de desaparecer por las noches y ni las tristezas momentáneas que aparecen cuando menos las necesito. Hay un placer muy saltarín en estar sola; a veces me  sorprende porque pienso que me va a gustar tanto que nunca más volveré a buscar a las personas allá afuera. 
Pero así es septiembre. 
No quiero regresar a cómo estaba antes, en agosto.



B. 


PD: Hoy día volví a hablarme con Jerry después de meses de no saber nada de ella. Su mamá le recriminó frente a su hermana pequeña lo absurdo de su bulimia. Comenzamos a hablar, le conté el diagnóstico del médico, ella me contó que estaba lidiando con sus problemas también. Todas las experiencias que hayas tenido no demuestran en ningún momento que estuviste vivo ni que lo estás. A la mierda con eso.